El problema de malezas resistentes y tolerantes en Argentina no es nuevo. Desde la primera confirmación de un biotipo resistente a herbicidas, Amaranthus hybridus (ex A. quitensis, “Yuyo colorado”) a los inhibidores de ALS en el año 1996, hasta la actualidad, ya son 29 los biotipos con resistencia confirmada, pertenecientes a 17 especies.

 

Las características propias de las malezas hacen que tengan la capacidad de evolucionar y adaptarse a aquellas prácticas que, por motivos de practicidad, culturales o de índole económica, se repiten en el tiempo con alta intensidad y frecuencia. Esto es lo que ha sucedido con herbicidas de bajo costo y alta eficacia, con los resultados que se mostraron en la Figura 1.

Ante este panorama, las malezas que hoy ponen en riesgo a los sistemas productivos exigen una aproximación integral del problema. Entre las acciones a implementar es factible considerar los relevamientos (“monitoreos”) frecuentes y de calidad de los lotes, las aplicaciones químicas con rotación y mezcla de diferentes sitios de acción sobre malezas de tamaño pequeño con adecuadas condiciones de aplicación y la implementación de prácticas que logren complementar el control químico con la rotación de cultivos, el manejo del cultivo y los cultivos de cobertura (CC).

 

Los CC son de interés en la agricultura ya que muchos de ellos promueven la sostenibilidad de los sistemas. Los productores eligen tipos específicos de CC sobre la base de sus propias necesidades y objetivos, y también según la influencia de los factores biológicos, ambientales, sociales, culturales y/o económicos del sistema alimentario en el que se los utilizan (Snappet al 2005). Así, los CC se siembran con el objetivo de mejorar la fertilidad del suelo y calidad del agua, controlar malezas y plagas, a la vez que permiten incrementar la biodiversidad en sistemas de producción (Lu et al., 2000). Normalmente son especies establecidas entre dos cultivos de verano, no son pastoreadas, ni incorporadas, ni cosechadas, quedando en superficie protegiendo al suelo y liberando nutrientes como resultado de procesos de degradación de la biomasa aérea y radical (Fernández et al., 2007).

 

La extensa lista de aportes que pueden hacer los CC ha hecho que en la actualidad se los empiece a denominar con acertado criterio como Cultivos de Servicios (Piñeyro, 2016), ya que la cobertura es solo parte de los servicios que pueden ofrecer al agroecosistema.

 

Beneficios y objetivos de los Cultivos de Cobertura

Los mismos presentan una serie de beneficios que se relacionan con los principales objetivos que se persiguen al hacer un CC (Quiroga, 2014):

• Generación de macroporosidad
Los CC resultan una herramienta clave en este sentido ya que la macroporosidad es necesaria para la incorporación del agua de lluvia. Tanto la infiltración de agua como la capacidad de penetración de las raíces demandan poros mayores a los 100 micrones de diámetro.

• Distribución de agua
Muchos de los manchones que se ven en los lotes con cultivos con distinto grado de desarrollo, y que normalmente se asocian a problemas de compactación, insectos, malezas, etc., frecuentemente se deben a
problemas de macroporosidad y de distribución del agua.

• Erosión hídrica
En suelos con pendiente, el mismo problema de pérdida de macroporosidad lleva a que lluvias intensas generen escurrimiento, con la consecuente pérdida de agua y suelo.

• Malezas
Este punto se refiere a la capacidad de supresión o de retardo de las emergencias de ciertas especies malezas, tanto monocotiledóneas como dicotiledóneas, cuando se incorpora un CC en la rotación.

• Aporte de Nitrógeno (N)
Este atributo de los CC se relaciona a la fijación biológica de N, sobre todo en esquemas de maíces tardíos donde se siembra vicia como cobertura antecesora, permitiendo así fijar al N en los primeros meses de la primavera.

• Aporte de Carbono (C)
Es muy importante el aporte que logra esta práctica en cuanto al balance de C. Los contenidos de Materia Orgánica (MO) son mayores cuando se incorporan CC en la rotación, siendo las fracciones más livianas o lábiles las más favorecidas, las cuales son las responsables de la estabilidad de los macroporos y la liberación de nutrientes como N y fósforo.

• Drenaje biológico
Las raíces de los CC cumplen un rol fundamental en la captación de los excedentes hídricos, sobre todo en épocas de barbecho donde el suelo comúnmente se encuentra carente de material vegetal en activo crecimiento capaz de captar el aporte de las precipitaciones.

• Almacenaje de agua (Relación transpiración / evaporación)
En un suelo con cobertura la proporción de la transpiración es mayor comparado con lo que sucede en un suelo desnudo donde los valores de pérdida de humedad por evaporación son los que predominan.

• Sincronización de la oferta / disponibilidad de nutrientes con requerimientos del cultivo
El CC captura nutrientes en un momento en que no son captados por los cultivos estivales (fines de otoño), los transforma en biomasa y así son transferidos al cultivo siguiente en la rotación. El momento en que estos nutrientes van a estar disponibles para el cultivo va a depender de diversos aspectos ambientales y de manejo, entre ellos uno muy importante es la relación C/N de los residuos del CC (especie, cultivar sembrado como cobertura, momento de secado, etc.). Relaciones C/N de los residuos del CC por debajo de 25 van a promover una descomposición más acelerada de los residuos y un aporte más rápido de los nutrientes.

• Lixiviación de nutrientes
Las coberturas muchas veces logran incorporar a la biomasa parte de los nutrientes que a las raíces de muchos cultivos de verano se les “escapan” o quedan fuera de su alcance. Los CC funcionarían además como una herramienta para mitigar la concentración de nutrientes móviles como N en napa, por un lado evitando la lixiviación de nitratos y por el otro consumiendo nitratos de napa.

• Control de recargas
Este aspecto representa un tema muy importante, sobre todo en ambientes con problemas de inundaciones, donde llueve una mayor cantidad de agua que la consumida por los cultivos de granos. Las coberturas favorecerían la captación de parte de esos excedentes.

• Reducción del ascenso de sales
Los CC permiten atenuar un problema grave que representa el ascenso de napas con altos contenidos de sales. El cultivo permite disminuir sensiblemente la evaporación y por lo tanto se evita que las sales se acumulen en superficie impidiendo el normal desarrollo del cultivo siguiente. Especies como cebada logran adaptarse a este tipo de ambientes.

• Intensificación ganadera, silos
En planteos con intensificación de uso de los recursos, como es el caso de los silos para ganadería, se hace fundamental la introducción de una especie como cobertura para no dejar suelo desnudo. Incluso en algunas zonas se opta por adelantarse a la cosecha del maíz silero y sembrar la cobertura con avión, ganando uno o dos meses en el establecimiento del CC.

• Disminución de la temperatura del suelo (Estrés térmico)
Esto es posible cuantificarlo con la temperatura de suelo a la que tiene que hacer frente el cultivo siguiente. En el suelo bajo cobertura se logra disminuir sensiblemente la temperatura y por lo tanto atenuar el estrés al que es sometido el cultivo.

→ Leé el informe completo haciendo click aquí

 

 Fuentes:

Manejo de malezas problema | Cultivos de Cobertura: bases para su manejo en sistemas de producción 
– Por Aapresid rem – Red de manejo de plagas
 

¡Consulte en El Irlandés por una amplia variedad de cultivos de cobertura disponibles!

WhatsApp Consultanos por Whatsapp